Río de Janeiro. Neymar y Lionel Messi, los astros que estaban llamados a conducir a sus selecciones a la conquista de un título redentor, quedaron por fuera de la coronación de la fiesta de la Copa América, pues el primero ni asistió por una lesión y el segundo la abandonó expulsado y con agravios a los organizadores.
Brasil, sin un equipo de figuras, salvo la aparición de Everton, el goleador del torneo con tres, ha dado forma a un conjunto de obreros apoyado por el buen momento de los experimentados Thiago Silva y el capitán Daniel Alves, proclamado el mejor del torneo.
Tite y sus pupilos vinieron, jugaron y vencieron sin necesitar de Neymar, que lo vio todo desde la tribuna. Las lesiones, sus problemas personales y el debate sobre su futuro, en el que vuelve a aparecer el Barcelona parecen ingredientes para un culebrón.
El enfrentamiento de Messi con la Conmebol se desató a raíz de sus críticas a los arbitrajes, especialmente en jugadas que los argentinos alegaron como penaltis no concedidos ni contrastados con el VAR por el ecuatoriano Roddy Zambrano en el partido de semifinales que ganó Brasil por 2-0.
Pero días atrás el capitán ya había mostrado su enfado al quejarse del estado deplorable de las canchas en las que había jugado Argentina, y el 6 de julio las buenas formas se agotaron con su expulsión en una jugada en la que también vio la roja el chileno Gary Medel.
Messi faltó a la ceremonia de premiación para los terceros y cuartos del torneo y luego explicó que había sido un gesto de rebeldía frente a hechos de «corrupción» y supuesto favorecimiento a Brasil por parte de la Conmebol.
Al caer el telón de la edición 46 las reacciones a la conducta de Messi se desbordaron en su contra con similares argumentos y exigencias de respeto a los cuestionados, si no se presentan las pruebas correspondientes.
Argentina y Messi son hoy una incógnita. La suerte de Lionel Scaloni al frente del equipo, la renovación de la plantilla y el margen que se acorta para una estrella que el 24 de junio celebró 32 años. El Mundial de 2022 en Catar parece muy lejos.
Paradójico para un astro que ya ganó 34 trofeos con el Barcelona y que multiplicó por 5 el Balón de Oro, pero que con Argentina, a pesar de ser con 68 el máximo goleador de la historia, acumula 9 decepciones y solo el oro olímpico en Pekín 2008.