TodoDxT – Arequipa. Si analizamos desde cierto ángulo la renuncia de Enrique Meza -y todo su comando técnico- a la dirección de FBC Melgar, la situación no es tan ventajosa como algunos pintan.

En enero del 2017, los hermanos Enrique y Diego Meza llegaron a Arequipa junto a Roberto Melville y Luis Ibarra. Todos mexicanos y con el objetivo de realizar el trabajo de «segundo plano» en el ‘León’, mientras que Juan Reynoso seguía lidiando con el equipo profesional rojinegro.

Enrique y compañía fueron traídos por la administración de Melgar con el único objetivo de que las bases de un proyecto de fútbol formativo serio y a largo plazo sean establecidas en una ciudad que desconocía aquellos términos.

Y así fue, al inicio…

«Los chicos están haciendo sesiones de trabajo físico y pruebas fisiológicas que nunca he visto en menores», comentaba uno de los entrenadores arequipeños que acompañaba a los aztecas en su primera semana de labores con el grupo de reserva y las noveles sub-17 y 15.

«Nuestra misión es educar no solo a los jóvenes en el fútbol, sino a los entrenadores locales para que sigan con el proyecto cuando no nos toque estar más», decía Meza, en la primera entrevista que dio a Todo DxT, por aquellos días. Enrique no se imaginaba que dicha estadía sería más corta de lo planeado.

La semilla del trabajo premeditado se había cultivado en Melgar y requería, por algún tiempo más, del agua de la sabiduría que traía aquel molino mexicano, especializado en ‘formar’, pero que fue tentado a afrontar un reto para el que no estaba todavía capacitado.

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