Y llegó el final para una carrera deportiva intachable de uno de los más grandes jugadores que ha tenido el fútbol peruano y arequipeño en los últimos tiempos.

Sí, se va un caballero del deporte, un ejemplo para la niñez y la juventud. Se va el guerrero incansable. Se va el que nunca dio por perdida una pelota en el terreno de juego, se va el que tenía dibujado el arco en su cabeza, se va el goleador. Ese goleador se llama Ysrael Zúñiga Yáñez.

Quizá yo haya sido uno de los pocos periodistas que ha tenido la suerte de conocer a Ysrael desde niño, de verlo crecer de alguna manera como persona y como profesional en su Cardo querido. Porque hasta hoy están en mis retinas las imágenes de cuando su madre, Dominga Yáñez, lo llevaba de la mano cuando era todavía un niño, junto a su hermano Christian, al estadio 9 de Noviembre, cuando su padre, el «Patón» Hugo Zúñiga, jugaba y defendía la casaquilla del Real Madrid de Camaná en la Copa Perú, allá por el año 1983 .

Tengo todavía en mi memoria fresco el recuerdo cuando lo vi en la Florida siendo aún adolescente, las ganas que le ponía a cada una de las prácticas para mostrarle a todo el mundo que lo suyo era jugar al fútbol. Por aquellos años, «Cachete» jugaba en los juveniles de Cristal como lateral izquierdo y quizá por su mente todavía ni asomaba la idea de llegar a ser uno de los goleadores del fútbol peruano, ni aquel hombre que con su sola presencia hizo temblar a más de un arquero.

Aún recuerdo aquella primera entrevista que le hice a él y su hermano Cristian, cuando llego de Lima para enrolarse en las filas del Coronel Bolognesi. Aun recuerdo su llegada al equipo que lo lanzó a la fama, el FBC Melgar, en 1999. Año en que todos nos deleitamos con la extraordinaria campaña que hizo con la Rojinegra en el pecho, marcando 32 goles para todos los gustos, goles que nos hacían parar de nuestros asientos en el estadio Melgar. Esos 32 goles le sirvieron para llegar al Coventry City de Inglaterra.

Se va un grande del fútbol, pero se va con la seguridad que deja huella, y lo mejor que pudo entregar con las camisetas del Sporting Cristal, Universitario de Deportes, Juan Áurich de Chiclayo y la Selección Peruana; incluido México, Argentina y Turquía. Nunca olvidaremos los 115 goles que marco con la Rojinegra, tampoco olvidaremos el título del 2015, ni el gol de chalaca que le hiciste el paraguayo Villasante en el arco norte del estadio Monumental de la Universidad San Agustín.

Pero como dice la letra de la canción del gran Héctor Lavo: «Todo tiene su final, nada dura para siempre». Llegó el momento en que Ysrael Zúñiga Yáñez, quien será hoy, mañana y siempre un grande del fútbol y de la vida, el que será ejemplo para la niñez y la juventud arequipeña, le ponga fin a una brillante carrera, como corresponde a un guerrero y un profesional de su talla.

Solo queda decirle al buen Ysrael Zúñiga, a nombre de todos los hinchas y de los que amamos este bello deporte como es el fútbol: Gracias, «Cachete», por todo lo que nos hiciste vivir. Gracias por todas las alegrías que nos diste al verte jugar. Gracias por esa humildad, por ese don de gente, de caballero. Gracias por la sencillez que siempre mostraste.

Gracias por ser como eres. No sé si volveré a ver otro goleador como tú. No sé si calladamente volveré a celebrar un gol tuyo. Pero de lo que sí estoy seguro es que en mi mente perdurarán hasta el final de mis días los goles que nos regalaste en tu exitosa carrera. Hasta siempre, goleador.

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